16 de octubre de 2008

Soy una langosta piramidal

Han pasado casi veinte años y ya no existen los estamentos que me ligaban a secreto jurídica, ética y fácticamente, así que hablaré -por fin- sobre los experimentos de psicotrónica, que después de la investigación piramidal, son los más importante en los que he trabajado en grupo). Aún así omitiré datos que puedan revelar identidades o comprometer a personas de las cuales no tengo su consentimiento para esta revelación.

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Yo había sido contratado por el ejército con la aparente misión de evaluar las capacidades psicológicas de oficiales y suboficiales (y con una tapadera de jardinero, o algo así), pero tampoco sabía que el verdadero propósito era formar parte de ese equipo, destinado a estudiar, desarrollar y experimentar con armas psicotrónicas. Había estudiado en el Panamerican Parapsicology Institute of Canada, donde además de la licenciatura en psicología se daba la primera licenciatura en parapsicología.

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Nuestro Mayor y jefe del equipo consiguió lo que nos faltaba: Un médico; Pablo es neurocirujano y psiquiatra. Después de unas cuantas reuniones estuvo listo el psicotrón teórico y más o menos diseñado el método de entrenamiento. El aparaterío práctico demoró algunas semanas más, porque hubo que conseguir dos electroenfalógrafos, una radioemisora de gran potencia y algunos instrumentos más.

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Surgió entonces una cuestión en la que mis experimentos con pirámides fueron muy útiles. El campo magnético de la pirámide abarca un espectro muy amplio dentro del magnetismo sutil y además es estabilizante de la actividad cerebral, de modo espontáneo y natural, sin perjuicio alguno para el sujeto. Se me encargó la construcción de una antena piramidal, con una función que yo desconocía hasta ese entonces.

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La primera experiencia, tras cerca de dos meses intensivos de entrenamientos y ensayos menores, se hizo en un campo de trigo del que la mitad -longitudinal- fue arado. Como en la zona hay -al menos hasta aquellos años- plagas de langostas, que suelen arrasar los cultivos, estuvimos dos días de guardia permanente, durmiendo en el lugar, hasta que se dio la ocasión. Los mejor entrenados (Juan y yo) debíamos hacer que las langostas entraran al campo, que se fueran hacia el terreno arado, y volvieran luego al campo cultivado, alternativamente, describiendo un zig-zag.

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En pocos minutos, la manga de langostas se dirigía hacia el centro del campo, transversalmente, así que la indicación del Mayor fue que la dirigiera hacia el extremo más cercano. Así lo hice, convirtiéndome mentalmente en un"yo langosta", centrando mi pensamiento en ser una langosta dirigente, afinándome con el espíritu grupal, cosa para la cual el entrenamiento fue imprescindible. Creo que llegué a "sentir-pensar" como langosta. Cuando escuché al Mayor decir, "¡Increíble!, esto es Increíble", me distraje, pero ya la manga había entrado por el extremo y no por el medio.

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Mi compañero, en diez segundos, quedó en relevo, y yo en su lugar, ayudándole a concentrarse, induciéndolo a sentir-pensar como langosta. Juan tomó el bolígrafo rojo y fue llevándolo hacia el campo arado, donde no había una brizna de vegetal comestible, salvo algunas hojarascas secas que raramente come la langosta. Otra vez el Mayor diciendo por el interfono, "¡Es increíble!... Pero ahora que vuelvan al campo". Así lo hizo "Juan-langosta" y medio minuto despúes tomé el relevo, repitiendo el proceso, con el agregado de hacer permanecer a las langostas "estacionarias" en el campo arado, hasta nueva orden.

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Las retuve unos minutos más allí, hasta que me ordenó nuevamente el Mayor, llevarlas "disciplinadamente" al campo cultivado, sin comer nada. Las hice formar una fila cuadrada, las llevé al cultivo y las hice avanzar un tramo de unos veinte metros sin comer nada, hasta el nuevo reemplazo.

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Juan estaba cansado y tenso, pero volvió a llevar a las langostas al terreno yermo, y también las mantuvo por varios minutos. Al Mayor se le ocurrió que las volviera a llevar al principio del terreno, en vez que hacia el extremo opuesto, pero el grupo se le dividió y la manga se dispersó bastante, así que sacudió la cabeza y se sacó los cables, y me puse nuevamente en su lugar. Yo también estaba cansado, pero logré reunirlas imperativamente, amenazándolas conque serían quemadas (cosa que era cierto porque al final del campo, uno de los militares estaba con el lanzallamas preparado para combatir la plaga).

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El Mayor dijo que si estábamos cansados podíamos dar por terminado el experimento llevándolas hacia el extremo opuesto. Una vez en su sitio, llevó las langostas a lo largo de todo el terreno yermo, hacia donde el soldado esperaba para quemarlas. Pero tuvo que "convencerlas" que no les pasaría nada, porque evolucionarían espiritualmente y otros "rollos" mentales por el estilo, ya que mi amenaza anterior estaba presente en la memoria colectiva de las langostas.

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Efectos Secundarios del Proyecto "HAMELIN"


Teníamos un pequeño problema Juan y yo, que comentamos casi como anécdota en el informe oficial, pero unos días después debimos conversarlo porque nos preocupaba. Esto puede parecer una ridiculez, pero os ruego no hacer como los idiotas, que se suelen reír de lo que no conocen...

Nos sentíamos langostas. Si, teníamos sueños, que nos los empezamos a contar sólo él y yo, y nos empezamos a afinar de tal manera, que casi nos hablábamos sin palabras. Se había establecido entre Juan y yo un lazo telepático, pero con algunos elementos muy desagradables. Soñábamos que éramos langostas, y en muchos momentos hasta temimos convertirnos en langostas. Era una especie de obsesión psicótica, y cuando pensábamos racionalmente, sabíamos que a lo sumo terminaríamos en un manicomio, y hasta esa posibilidad era un alivio. No nos sentíamos mal sintiendo como langostas. Era algo simple, difícil de explicar, pero que entraba en conflicto con cosas cotidianas.

Escrito por: Gabriel Silva Vargas.
Visto en: http://www.limitesdelarealidad.com/reportaje37.htm

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ENFERMO

El Eséctico dijo...

mmmm
Y estos otros convirtiéndose en langostas mediante antenas piramidales son... ¿sanitos?

JAJAJAJAJAJAJ